La radio, esa fiel compañera inmovible que nos hace llegar su voz incansable, fresca y nítida a través de las “hondas hertzianas”, que inventara “Marconi” el cual fue Premio Nobel de Física 1909.
Su invento consistía en la emisión de la voz humana a través del espacio sin necesidad de soporte; técnicamente se hablaba de la transmisión a distancia de mensajes hablados, sonidos o señales convencionales mediante hondas electromagnéticas.
Todos los de nuestra generación, que ya tenemos más de sesenta y cinco años, recordamos con cierta nostalgia y cariño aquellos primeros aparatos de radio de los años cincuenta y sesenta, que nuestra madre colocaba en la sala de estar, y que adornaba con un tapete de ganchillo que amorosamente había tricotado con sus manos.
La radio nos trajo las primeras retransmisiones de los partidos de fútbol y de las corridas de toros ¿Quién no recuerda al celebre Matías Prats, con aquella voz tan personal?
Con la radio hemos crecido y a ella estamos unidos: ¡Cuánto recordamos aquellos primeros diarios hablados de Radio Nacional de España que empezaron a emitirse por primera vez en 1937! A través de dichos diarios se nos describía cómo aquella España de la posguerra empezaba a renacer. Era la gran España donde a través de la radio entraban en todos los hogares las radionovelas de Guillermo Sautier Casaseca” y de “Marconi” “¿Quién no recuerda aquella lacrimógena “Ama Rosa?¿Quién recuerda con cariño aquellos Squets de los años cincuenta y sesenta? “Matilde, Perico y Periquín, “los Porreta etc.?Que nos hacían más llevadera y con mejor humor la dura vida diaria. Con la radio hemos reído, nos hemos emocionado, y hemos llorado.
La radio, ese medio de comunicación que resistió al atractivo de la televisión y que siguió tras la prensa, y hoy no se podría entender una sin la otra. Hoy en pleno siglo veintiuno, la radio está más viva que nunca. La radio siempre tendrá “la magia de lo invisible”, imaginando que está ocurriendo detrás de un micrófono.
La radio nos informa, acompaña y divierte. Es la mensajera de la voz, ese “mensajero alado” que nos cuenta la vida día tras día. La radio formará siempre parte de nuestra memoria y nuestro recuerdo.