Entre 350 y 400 personas acudieron a recordar, un año más, a Silvia Martínez. Acudieron para decirles a los “cobardes asesinos” de la banda terrorista ETA que “no se olvidará y no se perdonará” el execrable crimen cometido en Santa Pola. Hace 11 años se segó la vida de lo que hoy sería una adolescente de 17 años, cuyo “único delito era tener un padre guardia civil”. Del mismo modo, también se recordó a Cecilio Gallego, de 56 años, también fallecido en el trágico suceso, “que lo único que hacía era esperar pacíficamente el autobús”, tal y como recordó Miguel Zaragoza, alcalde de Santa Pola.
Aunque no se pudieron evitar todas las lágrimas que, espontáneamente, aparecieron en diversos momentos del acto, la cita anual estuvo ligada al recuerdo, a la exaltación de la vida, de la “fuerza que Silvia, que está siempre al lado de los suyos, da a su familia en el día a día”. Unos padres que “jamás se rendirán y jamás dejarán de luchar”. Además, el Coro Infantil del Colegio Virgen de Loreto quiso honrar su memoria interpretando cinco canciones, bajo la dirección del maestro Antonio Espinosa, que acompañó al piano a estos pequeños ángeles.
Sin medias tintas
En su intervención, Miguel Zaragoza, lo dejó bien claro: “no queremos olvidar ni perdonar un acto de una barbarie repugnante, que sólo puede ser cometido por seres sin debilidad, por personas frías y repugnantes que se reían durante el juicio, sin interesarse lo más mínimo por todo el mal que habían causado”. Apuntó que fueron 843 años a los que fueron condenados, “muy pocos, porque habríamos de vivir 20.000 vidas para ver cómo se pudren en la cárcel… y aún así no sería suficiente”.
A los poderes judiciales quería recordar el primer edil que “no valen las medias tintas con los asesinos, (...) porque ellos deben de vivir con ese tormento, que ni tan siquiera puede ser comparable han que sufren todos los días las familias de las víctimas”. Por eso, y por un mañana solidario en el que prime la paz, “se ha de estar unidos y se ha recordar. Así, propondré a la Corporación que esta plaza sirva como recuerdo a su memoria, que esta plaza se llame Plaza Silvia Martínez”.
Toñi Santiago, madre de Silvia, subió al atril para cerrar el acto y, sobre todo, para pedir justicia, “algo que no creí que, después de once años, tuviera que seguir haciendo”. Mostró su más profundo desacuerdo para con el Gobierno, “tanto del signo actual como anteriores, que han dado concesiones a terroristas”. Destacó que “el brazo político de ETA se niega a condenar asesinatos.”. Para Santiago, esto tiene un solo nombre, y no es otro que “traición por parte de Gobierno porque se ha demostrado que, como todos, son unos cobardes que se han rendido frente a los terroristas”.
