JUBILACIÓN COMERCIO LOCAL CON HISTORIA
 

Una histórica institución hostelera cierra sus puertas: El Bar Cantinflas

 
Miércoles 17 de abril de 2024 0 comentarios
 

- Juanjo Pomares y Loreto Llorca nos revelan parte de una trayectoria marcada por el cariño hacia el producto y el trato inmaculado a sus clientes

Cuenta Juanjo Pomares que el Bar Cantinflas lo fundó su padre, allá por el año 1957-58. Originalmente, era un kiosco, donde actualmente se encuentra el Batiste. Ahí empezó la historia de un mítico establecimiento santapolero que cierra sus puertas por jubilación. Aún no había nacido, pero confirma que estuvieron, como mucho, dos años instalados allí, para después trasladarse a la Venta Vista Alegre, donde estuvieron cuatro años más, “y fue allí donde nací yo”.

De allí se trasladaron a la actual localización del Bar Cantinflas, un 4 de octubre de 1963. Un establecimiento que cuenta con la originalidad de llevar el apodo de su fundador y de no haber sido tocado, “está como empezó, tal cual nos lo dejó y seguimos con la tradición”. Por desgracia, su fundador, Joaquín Pomares, falleció en la Nochevieja de 1985. “A partir de entonces, me tuve que hacer cargo de la cocina... pero sin tener ni idea”.

Confiesa que, de la noche a la mañana, se vio en la cocina, “y no tenía ni idea, porque no nos dio tiempo a enseñarnos”. Su mujer, Loreto Llorca, confirma que el fallecimiento fue repentino, inesperado, “y mi marido se metió en la cocina, siguiendo la trayectoria de su padre”. Y ya hace 38 años de ésto, “por lo que no lo habré hecho tan mal”, bromea Juanjo.

Querido por todos

Asegura Juanjo que su padre era una persona querida por todos, “era muy festero, trabajador como el que más. Salía de Moro imitando a Cantinflas y la gente esperaba su paso”. Llorca narra una anécdota al respecto: “en un desfile, estando bailando frente a la tribuna de autoridades, le cayó el pantalón al suelo. Entonces, dejó la espada en el suelo (era cabo), se subió el pantalón y siguió desfilando. Un hecho que está recogido en vídeo, además”.

El sobrenombre de Cantinflas no es el apodo familiar, “sino que fue creado por él, porque siempre que podía imitaba a este personaje. Puede decirse que él se creó su propio apodo. Los que hemos ido detrás somos el hijo o la hija de Cantinflas”.

Generaciones

Desde 1963, son muchas, muchísimas las anécdotas que se agolpan en la mente tanto de Juanjo como de Loreto. Y los clientes les han sido fieles, “han venido padres, hijos y nietos, porque al tener la misma decoración es como si volvieran al pasado. La última anécdota al respecto, que Carlos Herrera ha pasado por aquí varias veces”. Llorca señala que, “aunque el bar esté cerrado, saben que mi casa está abierta para ellos. Y los he invitado varias veces”.

Otras personalidades que han pasado por el Cantinflas han sido Gabino Diego, “que ha pasado dos o tres veces por aquí este año”; Cándido Méndez, “que estuvo hace años” o miembros de Los Bravos; el Padre Mundina, Lluis Llach, Mabel Lozano, “y hemos tenido visitas de personas que han participado en Gran Hermano”, explica Loreto, “como Raquel Morilla, que hoy come aquí con nosotros”.

Caracoles

El producto estrella del Cantinflas han sido y son los caracoles. “A partir de ahí, todo comida casera. Sabores que hoy en día cuesta encontrar. La fidelidad de los clientes viene dada porque todo es de calidad y casero”, desgrana Joaquín Pomares, “más las paellas, los calderos, los calamares”. Recuerda su mujer que “desde que Herrera, el verano pasado, puso en el periódico ABC un gran artículo sobre nosotros, los buñuelos de bacalao se han disparado. De hecho, ya no son los buñuelos de bacalao, sino los buñuelos de Herrera. Toda la gente los pide”.

Uno de los secretos para mantener esta dinámica ha sido el atender la calidad, “lo que iniciaron mis padres y que hemos continuado nosotros. Además del trato, por supuesto”.

Tradiciones

Tanta historia cuentan sus paredes que también se dan cita eventos recurrentes, “como puede ser la comida de la Mujer Trabajadora. Vienen desde hace veinte años, y el otro día nos dieron una gran sorpresa por ser nuestra última temporada”.

En otra ocasión, cuenta Llorca, “había una chica que quería casarse, sus padres vinieron aquí un día y, al contárselo, ella quiso casarse aquí. Le dijimos que no podíamos, que aquí caben poco más de veinte, pero ella dijo que la boda sería pequeña. Al final, más de cien personas, y esa ha sido la única que hemos tenido aquí”.


Logros y desafíos

Todo negocio experimenta desafíos a lo largo de su existencia y Juanjo no duda cuál ha sido el mayor: “la muerte de mi padre”. Al no tener tiempo de poder pasar su sabiduría en los fogones, “yo tuve que entrar con lo que había visto que hacía. Seguir sus pasos sin conocerlos. Ése ha sido el más grande”.

No olvidan tampoco la pandemia, la crisis, “pero sin duda alguna, la desaparición del fundador ha sido el más grande”.

También hay tiempo para superar retos y sentir orgullo por el trabajo realizado pero, en palabras de Juanjo, “de lo que más orgullosos estamos es de nuestros clientes. Comprobar cómo últimamente nos están llegando varios reconocimientos y creo que es por nuestra labor bien realizada, con humildad y cariño”.

Relación con el pueblo

Está casi segura Loreto de que el nombre del bar permanecerá en la memoria colectiva del municipio durante mucho tiempo, “por años que pasen. Sí que me gustaría que el nombre de mi suegro fuera reconocido... y lo dejo ahí”. Punto éste que recalca Juanjo, “porque hay unas promesas que no han cumplido”.

Razones no les faltan, pues su implicación en el tejido social de la villa va mucho más allá del bar, “porque también hemos salido en Moros y Cristianos durante muchos años. Hemos sido Sultanes, en el desfile del Día 6 también hemos sido cargos de honor. Hemos participado en todo, desde que nacimos, como aquel que dice”.

Jubilación

Dos son los sentimientos, las ideas, que les vienen a la cabeza tras una vida de trabajo. “La primera de ellas”, narra Juanjo, “es que podremos mirar más allá de la puerta del bar. La segunda, la pena. Dos emociones enfrentadas”. Apuntaba Loreto que se han ganado el derecho “a poder vivir, disfrutar de los nietos, ya que de los hijos no pudimos hacerlo. Tuvimos que pedir ayuda para criarlos, porque teníamos que trabajar. Ahora es momento de disfrutar de los niños”.

Pero, en cierta medida, dejan un hueco en la sociedad, y son sabedores de ello. Porque son muchos años los que han compartido con su clientela, con amigos, “y creo que nos recordarán”, del mismo modo que ellos rememoran todos los momentos que han tenido, “porque ha merecido la pena toda una vida dedicada a la hostelería. Ha habido momentos buenos y malos, momentos en los que has querido celebrar algo y no has podido pero, en general, son buenos recuerdos”, apunta Juanjo.

A este respecto, afirmaba Loreto que les da “mucha pena cerrar, pero ya llegó la hora”. No han tenido tiempo de contemplar posibles opciones para que el Bar Cantinflas continúe abierto, “pero será cuando cerremos cuando analicemos qué se puede hacer”.

Siempre les ha gustado viajar, por lo que no descartan un viaje cuando cierren la persiana, “y ayudar a mis hijos. Quitarles trabajo a ellos, que a nosotros nos han echado siempre una mano y toca ayudar”.

Consejos

La experiencia de 38 años les avala y a todos aquellos que se atrevan a emprender un negocio hostelero les aconsejan que “sean constantes. Los primeros años son difíciles pero, poco a poco, y si se trabaja bien, tendrán su recompensa porque los clientes reconocerán su esfuerzo”, desgrana Juanjo. “La hostelería es muy esclava. En realidad, te pierdes todo. Ir a bodas, bautizos o, incluso Juanjo, cuando tomó la comunión, su madre le vistió de marinerito y se fue él solo a comulgar”, cuenta Loreto. Estaban empezando y no se podía dejar el bar.

También son muchas las personas que se lanzan al mundo hostelero en compañía de su pareja. Como ellos, un matrimonio que ha vivido y trabajado juntos, “y, como en todos los matrimonios y compañeros de trabajo, siempre hay desavenencias. Pero son 41 años los que llevamos casados”, desvela Loreto.

Gracias

Finalmente, quieren agradecer el apoyo recibido por parte de todos sus clientes, porque sin ellos, nada de lo conseguido hubiera sido posible. Esperamos haber estado siempre a su altura”.

Ponen el punto y seguido a esta entrevista con otra anécdota, esta vez con el mismísimo Santiago Bernabéu, que también acudía al Cantinflas. Como ellos son del Barça, “Juanjo, cuando era pequeño, le tiraba como flechitas. Me daba escudos del Madrid y todo, pero yo se los entregaba a mi padre, que él si era del Madrid”.

 

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