Con el fallecimiento de Pepita González Antón, que ha sido madrina de la Coral Levantina desde sus orígenes, los coralistas sabemos que hemos perdido una gran protectora y una incondicional seguidora de nuestras actuaciones y de nuestra trayectoria.
Pero si bien su presencia en nuestros conciertos y su apoyo en nuestro devenir fue un verdadero estímulo en la vida de nuestro grupo, mucho más valioso fue el trato amable y cordial con el que siempre nos distinguió.
Cuando Pepita se acercaba a la Coral y nos saludaba con su sonrisa abierta y llena de cariño, dejaba de ser la Madrina institucional y se convertía en la madre cariñosa y afectiva que todos apreciábamos.
Su compañía y su afecto acercó siempre nuestro corazón hasta la imagen de nuestra patrona y a su capilla. Y es allí donde especialmente te recordaremos cada vez que cantemos nuestra Plegaria a la Virgen de Loreto
Gracias Pepita. Personas como tú hacen posible que la cultura de un pueblo no muera y que el bien se haga presenta en las relaciones humanas.
Siempre te recordaremos con cariño.