Paco Conejero, como todos le llamábamos, fue estimado con su trato afable y carisma humanitario por quien se considera un amigo del Pueblo de Santa Pola y defensor de su patrimonio artístico-musical. Esa estimación era recíproca. Él, conocedor de mi idealismo y de mi neutralidad política invariable que los había manifestado en tribuna abierta, me adjudicaría el apelativo de “el estudioso del Maestro Quislant”.
Y él en calidad de alcalde sería el mecenas y a la vez el testigo -así se lo afirmé a su viuda en su entierro- de la recuperación que llevé a cabo, un 16 de marzo de 1991 en Madrid, del legado musical del compositor Manuel Quislant Botella, gracias a la generosa donación hecha al Ayuntamiento por su hija, Dña. María Jesús Quislant Sempere, en aquel memorable año en que se conmemoró el 120 aniversario del nacimiento de su padre y el cincuentenario de su proclamación como Hijo Predilecto de su población natal. Legado que quedó atesorado, y a la sugerencia que le formulé mediante carta expresa, en la Biblioteca Pública Municipal bajo la directriz del entonces su titular Rafel Pla Grau, con la rotulación de Fondo “Manuel Quislant”.
Al ser yo merecedor a través de esta altruista y loable iniciativa de una beca, que aprobó la Corporación del Excelentísimo Ayuntamiento de la Villa marinera, con el buen propósito de inventariar y catalogar más de un centenar de partituras que integraban este preciado legado, y a raíz de este honroso patrocinio, he de testimoniar mi permanente y sincera gratitud, unidos al sentimiento personal por la irreparable pérdida de este entrañable personaje santapolero que perdurará en la memoria de aquellos que le conocimos.