María Javaloyes
 

RESPUESTA A ANTONIO ZARAGOZA

 
Viernes 15 de marzo de 2013 0 comentarios
 

Si le escribo no es para defenderme de todo lo que dijo de mí, sino para aclararle la verdad, ya que me lo pide. Cuando una persona, sea yo u otra que cree que lo que dice es la verdad y lo dice a otras, y eso no es cierto, está o estamos haciendo daño. Y si es a la Madre de Dios, muchísimo más.
Estoy de acuerdo con usted en que la Virgen María después de nacer su Hijo permaneció Virgen. Pero eso que dice de que María y José tuvieron más aparte de Jesús, no es verdad.
La Virgen María es la única a la que Dios libró de toda culpa, de todo pecado, la que tenía que ser la Madre de Dios. La hizo pura sin mancha hasta que fue asunta a los cielos en cuerpo y alma, es la inmaculada madre de Dios, y madre nuestra. Jesús, cuando estaba en la Cruz, nos la dio por madre, Dios, con su infinita sabiduría puso a José como protector y guardián de María, su esposa y su hijo adoptivo. El Hijo de Dios, con cuanto respeto y veneración miraría José a María, con cuanto amor cuidaría del niño. José siempre obedeció la voz del Señor. Cuántas penas tendrían que pasar en el nacimiento que le negaron una posada. Tuvieron que huir a Egipto porque Herodes quería matar al niño, siempre José obediente a lo que le dice el Señor. Otra vez el ángel del Señor le dice a José: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre, ponte en camino a la tierra de Israel ya han muerto los que buscaban la vida del niño”. Y José fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret. José cumplió la misión que Dios le pidió: cuidar y proteger a María y su Hijo.
El verdadero parentesco de Jesús, alguien le dijo, oye ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte, pero Él respondió al que se lo decía: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”. Y extiende su mano hacia sus discípulos y dice, “éstos son mi madre y mis hermanos, pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre Celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.
En este Evangelio hay dos voces, la primera le dijo, “Oye, ahí fuera están”. La segunda voz la de Jesús: “El que cumpla la voluntad de mi Padre Celestial”. Yo me quedo con la voz de Jesús y ojalá un día pueda oírle decir “tú eres mi hija”.
Yo me considero muy afortunada de pertenecer a la Iglesia de Jesús, yo creo en los sacramentos, la Santa Misa que es lo más grande que hay en la tierra. Me dice que, por favor, un poco más de tolerancia. Con lo que dijo de mí, ya veo que no hago ni caso, pero con las cosas de Dios o de la Virgen, tolerancia, no.

María Javaloyes

 

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