Ramón Pomares Piñol
 

ME VA A ENTREGAR

 
Viernes 21 de abril de 2017 0 comentarios
 

Estos días vemos por las calles escenas de lo que le pasó a Cristo. Es como una catequesis para que recordemos que el ser cristiano, su fundador, se sometió a un trance de dolor, burlas, azotes, escupirle en la cara, crucificarlo y Él, desde la cruz diciendo: “Padre, perdónalos pues no saben lo que hacen”.
Ese es Cristo. Y lo triste fue que el que le entregó era uno de los suyos. Todo eso lo sabemos, pero creemos que es algo del pasado, incluso algunos llegan a decir que todo es mentira, que es un bulo.
Ese Cristo, hoy hace más falta que nunca, dado el estado en que nos encontramos los humanos. No hace falta decir la pérdida de valores, los atentados, las guerras, las corrupción, el odio, el rencor, los matrimonios rotos, el sexo desordenado, la droga, etc.
Todo eso está hoy de moda. No hace falta ir a Asia o África, aquí mismo ocurre, repito.
A Cristo le entregó uno de los doce. Pues bien, eso ocurre hoy: bautizados que han hecho la Primera Comunión, que es como estar sentados a la mesa con Él, repiten y se pasan la vida juzgando, criticando y no se dan cuenta que son otros Judas, que te venden por treinta monedas.
Para eso salen a la calle unos pocos, para recordarte el pasado. Pero no adoramos, sino veneramos al Cristo en la Cruz.
Cuando termina, lo que decimos “Semana Santa”, tendríamos que hacer un inventario de nuestra vida y si queremos paz, amor, justicia, verdad, en Cristo lo encontraremos, en Cristo tendremos ayuda, en Cristo no tendremos el Judas.
La Semana Santa no es sólo tiempo de vacaciones, es como decir: “se ha muerto mi padre y no hoy voy a trabajar o al colegio”. ¡Cuántos Judas hay! Unos que están sentados en la mesa, con Cristo, y otros que ya se han levantado de ella y les molesta Cristo, ese desconocido. Al Cristo hay que estudiarlo, pero bien, pues la deformación está al día. Ahí tenemos la Biblia, libro sagrado, pero hay que leerlo, escucharlo e interpretarlo bien pues, de lo contrario, le hacemos decir lo que no dice. Y el que predica tienen que meditar lo que dice y cómo lo dice.
Hoy hay Judas tanto en la política como dentro de los que se sientan a la mesa. Recordemos el Cristo que, cargando con la cruz y la corona, estaba bailando en una discoteca. O ese Cristo que cambia de sexo y se cachondea de lo más sagrado. Todos pensando que hacen una gracia, como ese que dice que no hay derecho a ver una cruz más alta que la torre de Pisa, y le pone el calificativo de “esa mierda de cruz”.
La ignorancia es la madre de muchos males, por ejemplo, el que se ven en el pasado sólo dictadura y no se ve la que él, con sus mítines y vida, es más dictador que el dictador que la humanidad ha tenido que soportar. No seamos negativos, y lo vemos en Francisco el Papa, que a sus 80 años recorre el mundo predicando no a la guerra, y sí a la paz y al amor.

 

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