El cementerio nuevo se ha convertido en la nueva casa de las colonias de gatos. Orinan y defecan en los nichos que están situados más abajo en el suelo. Además, hay un hombre que va a llevarles comida y los enterradores se han encargado de ponerles pienso y comida a la vez que les han colocado mantas en las tumbas vacías para que puedan dormir allí. En la entrada al cementerio hay un cartel que pone que no está permitido que entren ni perros ni animales, pero los gatos continúan estando. Ya ha habido un caso de una señora que tiene un nicho en la zona baja y sus flores huelen a orín de gato. Por eso, aunque sea defensora de los animales, pido que se hagan cargo de esta situación porque no es el lugar adecuado, ya que ahí tenemos a nuestros seres queridos.
Paquita Durá