El próximo día 25 celebramos el Domingo de Ramos que marca el inicio de la Semana Santa. Un día muy reconocible dentro de la liturgia católica por el uso de palmas y ramas de olivo. Sin embargo, ¿conocemos realmente cuál es el significado del Domingo de Ramos?

Cuando un rey, o presidente, visita otro país, las autoridades y miles de personas salen a las calles y a veces les saludan con pancartas, banderitas y hasta flores. Y, de vez en cuando, se sube a un descapotable muy elegante para que todos puedan verlo desde lejos.

Algo parecido le sucedió a Jesús. El domingo antes de morir, se dirigió a sus amigos, a la ciudad de Jerusalén. Le pidió a uno de sus discípulos que consiguiera prestado un burrito para entrar en la ciudad. Una gran multitud de gente salió de sus casas al encuentro de Jesús. Habían oído muchas cosas hermosas de Él, de su amor por los niños, por los pobres, la sabiduría de sus palabras, que sanaba a los enfermos.

Entonces, cuando lo vieron montado en un asno se acercaron lo más que pudieron, agitando entusiasmados ramas de palma y olivo. Y gritaban llenos de alegría: ¡viva, viva. Aquí llega el Rey, el Mesías. Bendito sea el que viene en el nombre del Señor!

Jesús recibía estos saludos con una sonrisa humilde y mucha paz. El burrito se portó muy bien, no protestó, al contrario, caminaba contento de llevar sobre su lomo al Hijo de Dios. La llegada de Jesús a Jerusalén no fue una casualidad, la Pascua judía, era una fiesta en la que los judíos solían peregrinar al Templo de Jerusalén.

La entrada de Jesús en un burro, pero recibido como una gran autoridad, nos da la clave de todo el relato: a Jesús se le espera como a un rey, pero en vez de entrar en un caballo, Él llega en un burrito que ni siquiera es de su propiedad, sino prestado. El anuncio del Reino de Dios, un reino donde el amor y la humildad son las normas, es lo que este Domingo de Ramos nos anuncia a todos.