Bernardino Gago Pérez
 

CORRECCIÓN EN EL HABLAR Y ESCRIBIR

 
Viernes 7 de agosto de 2015 0 comentarios
 

Procedo de un pueblo, abierto en la meseta castellana a los nuevos aires industriales y agrícolas que atraen a numerosos ciudadanos con el consiguiente incremento en su censo. Tiene un enjundioso nombre que no viene al caso, pero que de un tiempo a esta parte ha sido, sigue y seguirá reemplazado por otro desconocido en libros históricos y geográficos, mapas regionales y nacionales, pero sí escrito profusamente por falsos historiadores y cronistas que no han pisado una Facultad universitaria en su vida, a la vez que por periodistas no titulados en gacetillas locales y otros plumillas similares en algún medio provincial. De este nuevo topónimo, sacado de viejas historias totalmente irreales por iluminados eruditos decimonónicos, se ha extendido entre nativos y foráneos un adjetivo, cual es coyantino, que inunda igualmente el medio escrito y prolíficamente el habla de propios y extraños y que, según los sabidillos es debido a que suena bien, por su eufonía.
Con esta somera introducción, voy al caso de Santa Pola y su derivado adjetival santapolero.
La lengua castellana, española, posee unos matices especiales en cuanto a la posición del adjetivo, bien delante del nombre, bien detrás, cosa que no ocurre en el inglés, en el que va siempre antepuesto al sustantivo: good children. Casa paterna especifica una cualidad diferenciadora del sustantivo, de donde reciben tales expresiones el nombre de especificativas entre un conjunto. En este caso, equivalen a la expresión, complemento del nombre o determinativo por su matiz diferenciador: casa de los padres. En cambio, la blanca nieve no especifica sino explica la cualidad inherente a la sustancia, de donde recibe la denominación de adjetivo explicativo.
Cuando en nuestras conversaciones o escritos, queda matizado, bien por el título o por el tema tratado, la referencia del lugar en se suceden las secuencias, no es necesario el uso y menos el abuso de estos adjetivos especificativos pues de antemano ya queda determinado por el contexto. Si hablamos, si escribimos de Santa Pola, es innecesario especificar tales aposiciones adjetivales o complementarias pues no deja de ser una redundancia que conlleva una monotonía secuencial que no deja de pecar de cursilería. Si la referencia sustantiva es Santa Pola, al citar a su alcaldesa, pongo por caso, no procede decir: explicaba la alcaldesa de Santa Pola, si ya previamente figura en el Encabezado de la crónica o noticia, pues es obvio que no va a ser la de Guardamar. Si citamos el ayuntamiento, sobra en consecuencia el añadido de Santa Pola o santapolero.

 

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