Muchas mañanas, cuando pasaba por delante del cajero electrónico que el Banco de Santander tiene en la calle Poeta Miguel Hernández me encontraba con los clientes que lo utilizaban con la nariz pegada a la pantalla, o bien ponían su mano en la cabeza para hacer de visera. Yo pensaba que lo que querían evitar es que algún mirón se enterara de su PIN(número secreto), pero resulta que el motivo es que al dar el sol en la pantalla los clientes, como diría uno de mi pueblo, no veían “un carajo”.
Yo le diría al Santander que cambie la ubicación de su cajero, o bien que ponga una visera, antes de que un cliente los demande por dejarse los ojos en el cajero.