Hace algo más de dos años, la primera edil de Santa Pola dijo en su discurso de toma de posesión que Santa Pola estaba muerta. Han pasado 48 meses largos y el cadáver no tiene pinta de cobrar vida. Aquí no se ha visto plan turístico que, cual doctor Frankenstein, dé vida a un cuerpo compuesto de partes inconexas: playas, paseos, centro, barrios, comercio, ocio, hostelería, oferta deportiva.
Falta la costura con un mismo hilo, que bien podría ser una Mesa del Turismo, o un Consell de Turismo, o una Tabla Participativo-Igualitaria de la Promoción Turístico-Deportiva-Natural. Pónganle el nombre que quieran, pero que sean todos los agentes implicados los que tengan voz y voto, a partes iguales, acompañados de un Ayuntamiento que invierta y ejecute planes tomados bajo la perspectiva del consenso. Y no, el consenso no es el ordeno y mando y comunico ‘a la babalà’. Eso no es.
Cuando el viento sopla a favor, todo es muy sencillo. Había una relajación nacional con los horarios, con las licencias, con las inspecciones, con el ruido, con el aforo. Llega Europa y pone cortapisas a esa extrema libertad. Los locales de esparcimiento nocturno de la playa, fueron los primeros en migrar. Ya no había cuerpos en la arena por la noche, ni barras en la playa, ni ‘chumbi chumbi’ hasta las cinco, ni retenciones en Blasco Ibáñez.
Hemos evolucionado y prima el derecho al descanso. Eso está bien y es de aplauso que todo el mundo pueda hacerlo. Pero en dos años de Gobierno no se ha escuchado nada sobre la creación de una zona de ocio de alto impacto en el polígono industrial. Por ejemplo.
La descarga eléctrica que reanimaría a ese cadáver vendría a ser la inversión. ¿Una millonaria por parte del Ayuntamiento? Puede ser, pero a lo mejor deberían pensar si, con menos dinero, pero con más oído, podemos recuperar la alegría, la ilusión y las ganas de invertir de jóvenes (y no tan jóvenes) emprendedores.
Es muy difícil avanzar con el monopatín cuesta arriba. Ya no se gasta el dinero con alegría. Ofrezcamos ilusión, ofrezcamos proyecto, ofrezcamos unión y, seguro, Lázaro se levantará de nuevo.