Antonio Baile Rodríguez. Lic. Antropología Social y Cultural.
 

De la peste bubónica al Covid-19

 
Viernes 14 de agosto de 2020 0 comentarios
 

De entre las pandemias que hay documentadas en la provincia de Alicante, en 1648, figura la peste bubónica que se transmite por la picadura de las pulgas; la zona más afectada fue la Vega Baja, cuentan las crónicas que aristócratas, terratenientes, políticos, religiosos y médicos abandonaron Orihuela dejando desamparados a los contagiados y que los difuntos se amontonaban por las calles. También, fue muy grave en Elche donde fallece el 25% de la población. En marzo de 1800, el Cabildo ilicitano aprueba el resguardo de la costa por la peste que se padece en África, en septiembre establece un lazareto en Tamarit ante la epidemia de Cádiz y en noviembre se inician las guardias en las torres de la costa para salvaguardar la salud pública.
En 1801, el gobernador del Castillo escribe al Marqués de Elche sobre las funestas consecuencias para la salud de las aguas estancadas, recordándole que ya en 1793 se padeció en la zona una constelación tan rigurosa de tercianas malignas o paludismo que en el Castillo y caserío donde escasamente había doscientos vecinos fallecieron 76. En el siglo XIX fueron constantes las medidas adoptadas para evitar los focos de infección especialmente en la albufera de Elche.
En 1804, la fiebre amarilla o vómito negro causa estragos en la capital donde el ejército organiza un cordón sanitario y buques de la Armada hunden a cañonazos a los barcos que tratan de hacer contrabando durante la pandemia que se transmite por la picadura del mosquito. En 1811, entra en Elche a través de soldados del batallón de voluntario de Gerona que llegan desde Cartagena, el Cabildo decide no suspender las fiestas patronales, para no mermar la actividad económica, desatendiendo las recomendaciones del doctor Diego Navarro que proponía la suspensión, por lo que recibió amenazas de muerte, de la Festa de la Mare de Déu para evitar la propagación entre los vecinos y los visitantes. Falleció el 40% de la población.
Esta pandemia de principios del XIX origina el traslado de los cementerios a las inmediaciones de las ciudades, en Elche da lugar al cementerio [viejo] y en Santa Pola se inician trabajos para terraplenar y delimitar un cementerio en las afueras; en 1814 se invierten 660 reales, en 1816 se interesa al alcalde de Elche del estado de los fondos para el mismo y en 1817 la Junta de Sanidad comunica que ha sido apremiada para su urgente construcción con un coste de 500 libras y de que los señores partícipes del diezmo deben aportar 5.000 reales, aunque el obispo se muestra remiso a abonar cantidad alguna. Se levantan las paredes e inaugura en 1826 pero los enterramientos empezaron en 1814. Otro rebrote se produce en 1834 y afectaba mayoritariamente a Alicante donde el contagio llega a través del puerto.
El cólera morbo, enfermedad infecciosa producida por un bacilo y que se contagia a través de las aguas y las ropas y utensilios de los enfermos, es otra de las pandemias que asolan la provincia de Alicante en el siglo XIX en varios momentos; en España se registran cuatro brotes con unos 776.000 muertos. En agosto de 1854, por la invasión de cólera en Alicante, el Ayuntamiento de Santa Pola acuerda formar un cordón sanitario y dejar incomunicada a la capital y que este servicio lo realicen todos los vecinos previo riguroso orden. En septiembre, ante las noticias de que la enfermedad ha llegado a Elche se acuerda que el cordón sanitario sea general no sólo para Alicante, sino también para Elche y los demás pueblos. En julio de 1855, la Corporación y los mayores contribuyentes aprueban un reparto de 5.800 reales para cubrir las necesidades en caso de que la población sea invadida por la enfermedad. Pero fue el episodio de 1885 el más reseñable debido a las gestiones del alcalde Vicente Salinas Galiana que solicita a Jaume Ferràn i Clua que inocule a la población con una vacuna que había ensayado pero muy cuestionada por políticos y científicos entre los que se encuentra Santiago Ramón y Cajal. El 15 de agosto se inicia la vacunación con el alcalde, el secretario, el ayudante de Marina y algunos vecinos de distinción, con sus respectivas familias; para vencer el retraimiento de la población. El total de vacunados fue de 600 de los 1.000 habitantes que quedaban en el pueblo, el resto lo habían abandonado al inicio de la pandemia. El 12 de septiembre se declaraban “limpias” las procedencias de Santa Pola al no haberse producido en los últimos 15 días ninguna invasión ni fallecimiento.
En 1918-1920, nos visita la gripe española, se calcula que murieron 50 millones de personas, en España unas 300.000. Se suceden 3 oleadas en menos de un año, siendo la segunda -al final del verano de 1918- la más letal. En el Baix Vinalopó afecta de forma desigual a las tres poblaciones. En Crevillente, donde no se suspenden las fiestas de moros y cristianos, ataca con especial severidad y sólo en octubre hay 150 fallecidos del total de 168 defunciones; fue menor en Elche con 368 tránsitos y apenas se deja sentir en Santa Pola con 33 finados. Las causas de estas diferencias tienen que ver con las medidas adoptadas por las autoridades y de los recursos disponibles.
Un siglo después, en 2020, el Covid-19 vuelve a ponernos a prueba, todavía es pronto para dar cifras, aunque al cierre en junio de este resumen los datos en la primera oleada de la pandemia son: Crevillente 36 contagios y 2 fallecidos, Elche 408 afectados y 15 tránsitos, y Santa Pola 67 positivos y 5 finados. Ahora, sólo cabe confiar en la responsabilidad de la ciudadanía y que no haya que lamentar la movilidad aprobada.

Antonio Baile Rodríguez
Lic. Antropología Social y Cultural

 

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