La “liebre” es un corredor cuya función es marcar un ritmo lo suficientemente alto durante determinado tramo de una carrera, como para asegurar que los atletas favoritos puedan acabar en un tiempo rápido. Generalmente las liebres no completan las carreras en las que participan, sino que abandonan tras haber cubierto una distancia predeterminada. Esta función es especialmente importante en eventos en los que se intenta batir un récord, ya que las liebres permiten a los favoritos conseguir los registros intermedios para batir el récord.
Una función secundaria de las liebres es la de proteger a los favoritos contra los amagos de algunos corredores que imponen un ritmo excesivamente alto desde el principio. En situaciones así, un grupo de liebres experimentadas es útil para que los favoritos sean capaces de mantener un ritmo constante durante toda la carrera, sin desinflarse durante la última parte.
Todo atleta que busca batir un récord reconoce la labor de estos desconocidos para el gran público, sin los cuales sería imposible lograr ese objetivo sin su ayuda. Además de abrir camino, ellos indican el tiempo y el ritmo que el aspirante debe seguir, por eso la responsabilidad de la “liebre” es máxima, ya que tiene que calcularlo todo al milímetro y sobre la marcha y en caso de perder un segundo en determinado kilómetro, tiene que rehacer los cálculos para el siguiente. Por eso el atleta va mucho más tranquilo y puede centrar todas sus energías en correr.
A lo largo de una carrera larga como un medio maratón o maratón, puede suponer rebajar el tiempo en un minuto o más. Las liebres para los atletas profesionales son difíciles de conseguir y se cotizan al alza. Son atletas de mucha calidad que se comprometen a llevar el ritmo pactado hasta la distancia requerida y si llegan más lejos, cobran más, pero si no cumplen con su cometido pueden quedarse sin paga.