El 29 de abril, comenzó la XIII Edición de la Titán Desert, una prueba comparable al Rally París-Dakar pero que se realiza en Mountain Bike. Dos santapoleros, Francisco J. Baile Carbonell y Eduardo A. Córdoba Pérez, junto a otros siete alicantinos, se unen a un total de 611 participantes de 25 nacionalidades diferentes. La prueba tiene una duración de seis días, en la que recorren tramos del atlas y del desierto de Marruecos. Esta edición, se ha acortado a 650 kilómetros, pero se ha ampliado en altimetría con más de 7.000 metros.
El pronóstico inicial era de una una dureza extrema, ya que a las elevadas temperaturas, que oscilaron entre los 48 y los 10 grados, se le sumó el déficit de las horas de descanso. El promedio fue de 110 kilómetros y 1.200 metros de altitud diarios. El punto clave de la prueba llegó tras superar las tres primeras etapas que sumaban un total de 350 kilómetros y casi 5.000 metros de altitud, encontrándose el temido desafío maratón que une la segunda y tercera etapa. Esto fue un reto para los participantes que tuvieron que llevar todos los efectos y útiles necesarios para poder realizar el recorrido y pernoctar en las etapas en una Haima (alojamiento bereber). No tenían ninguna ayuda externa, ni física ni mecánica.
La segunda parte no tuvo nada que envidiar a la primera. Constó de las tres etapas finales que, aunque fueron más cortas, tuvieron que hacerle frente a la dureza del desierto, cruzando o sorteando los temidos búnkers y las dunas de arena de Merzouga y Erg Chebbi. La prueba, que se inició en Boulmane, finaliza en Maaid hoy, 4 de mayo, considerada como la prueba Reina y Decana del MTB, pues nunca repite el mismo recorrido.