Supone el desarrollo de un nuevo modelo de gestión de residuos medioambiental y económicamente sostenible.
A finales del año próximo o principios de 2011 podría estar funcionando en Santa Pola una planta piloto a nivel mundial –medioambiental y económicamente sostenible– que por primera vez une en un solo proyecto la producción de energía y la lombricultura a partir de la materia orgánica.
Los promotores santapoleros de la empresa Curso&Partners ya han firmado un convenio con la Universidad de Alicante para el desarrollo del proyecto, patentado a nivel europeo y en el que varias multinacionales productoras de Biogas ya se han interesado.
Es un modelo totalmente sostenible desde el punto de vista ecológico ya que la totalidad de la materia orgánica que se utiliza como materia prima se transforma en producto y el nivel de residuos es cero. Además, no se utiliza ni agua ni ninguna fuente de energía para la producción. En el caso de la planta de Santa Pola, por ejemplo, se regenerarán 150.000 toneladas de residuo al año, entre ellas las 3.000 toneladas de lodo que produce la depuradora anualmente; las alrededor de 16.000 toneladas de algas que se retiran de las playas y las 20.000 toneladas de restos de poda. Además, se traerán también restos de poda de Elche y residuos de la indsutria agroalimentaria de la zona de la Vega Baja. La basura doméstica podrá ser utilizada a medida que el reciclaje selectivo se realice de forma más correcta. Con este sistema de gestión de residuos, la emisión de CO2 a la atmósfera es cero, frente a la gran cantidad de emisión de los tradicionales vertederos.
Y es un proyecto sostenible económicamente porque en una planta como la de Santa Pola se generará la energía eléctrica equivalente al consumo anual de 12.000 hogares. Con la descomposición de la materia orgánica se generá biogás y éste, a través de un sistema de cogeneración, produce electricidad. Al contrario de lo que sucede con la energía solar, este tipo de electricidad apenas está subvencionada, por lo que a largo plazo es más viable económicamente.
Pero, “el verdadero invento es la proteína”, señala Jaled Hamad Mora, gerente de la empresa. Así, una vez descompuesta la materia orgánica se utiliza este “compost” como alimento de lombrices, que tras digerirlo producen un fertilizante de muy alta calidad y que tiene la ventaja de que absorbe muy poca agua. El 45% de la materia tratada se convertirá en este humus de lombriz y el 65% restante será harina de lombriz, pura proteína. Según estima Hamad, puede ser “la alternativa proteíca del mercado agroalimentario”. Ya está autorizado su uso como alimento de animales que no están destinados para el consumo humano y se espera también el visto bueno para la alimentaicón en granjas y piscifactorias. La indutria agroalimentaria necesita proteínas y las actuales harinas de pescado son inssostenibles.

El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Santa Pola ya ha mostrado a los promotores de este proyecto su intención de “poner todas las facilidades ya que es un buen método de tener energía renovable y de que el urbanismo sea sostenible y ecológico, queremos que haya un antes y un después en el urbanismo y apostamos por este tipo de proyectos”, señala la concejala de Urbanismo, Lola Gadea.
Así, tres técnicos muncipales –la ingeniera agrónoma, el ingeniero jefe y la arquitecta municipal– ya han realizado una primera valoración favorable del borrador del proyecto. La planta generará entre 40 y 50 puestos de trabajo.
Además de la Concejalía de Urbanismo, las de Infraestructuras, Playas y Medio Ambiente están colaborando para que la planta finalmente se instale en Santa Pola. Este apoyo se traducirá “en todo lo que legalmente podamos, como publicitar el proyecto o mediar con las instituciones para facilitar los trámites administrativos necesarios o que los ingenieros y arquitectos les dirijan a los lugares donde sería más apropiado construir definitivamente esta fábrica”, señala la edil.