Poco les duró, a los de la media luna, su asentamiento en el Castillo–Fortaleza. El embajador cristiano, Tony Zamora, acudió con sus huestes el sábado por la tarde para reclamarle “lo que es mío”.
Una gran interpretación de Zamora, que con su enfado emocionó a los asistentes y recibió las felicitaciones y abrazos de sus compañeros al finalizar su discurso.
Comenzaba la batalla y una vez más los cañones y la arcabucería volvían ha sonar. Luego llegó la tan esperada lucha entre los paladines, en esta ocasión ambos estrenaban cargo, Jonathan Jímenez, por el bando cristiano y Gaspar Gómez, del moro. Comenzaron la lucha en el escenario jadeados por sus fieles seguidores, pero de repente el paladín cristiano dio un salto para continuar la lucha en plena calle, a los que se unieron algunos miembros de cada bando para darle más emoción. La lucha por el Castillo volvió al escenario donde el paladín cristiano consiguió clavarle la espada y darle muerte al moro. Miembros del bando moro subieron a por su compañero que yacía en el suelo y se lo llevaron en volandas.
El embajador Moro le dio las llaves del castillo a los cristianos, tral lo cual, El embajador Cristiano perdonó y dejó marchar a los Moros de sus tierras.