PROCESIÓN
 

Los santapoleros honran a su patrona en el Día Grande de las Fiestas

 
Viernes 10 de septiembre de 2010 0 comentarios
 

Como cada 8 de septiembre, los santapoleros muestran su devoción y cariño a la pequeña imagen de su patrona, la Virgen de Loreto. Si a lo largo de todo el año son los fieles quienes se acercan hasta la Capilla del Castillo a rogar ante la Mare de Déu de Lorito, en su Día Grande la Patrona sale a su encuentro a las calles de la villa a la que un día de tormenta llegó por el mar. Rotativamente, las distintas Cofradías de Semana Santa van turnándose en el honor de portar a hombros a la Virgen de Loreto el día 8. El año pasado, como excepción, y en conmemoración de las Bodas de Plata de la Semana Santa, el trono fue llevado por cofrades de distintas agrupaciones. En este 2010 le ha tocado el turno a la Cofradía de la imagen de La Piedad, que también veneran los fieles en otra ermita, la del Calvario y sus costaleros se han mostrado muy emocionados con tal responsabilidad.
El trono lucía un elegante adorno floral en tonos blancos y salmón realizado por encargo de las Camareras de la Virgen.
Y en la procesión han participado como cada año cientos de santapoleros alumbrando con velas la marcha, autoridades locales, las propias Camareras de la Virgen, los niños que este año han tomado su Primera Comunión y también quienes han realizado promesas a la Patrona.
Y como es tradición y acompañada por la Banda Unió Musical de Santa Pola, a lo largo de la procesión se interpreta el Motete compuesto por el maestro Quislant en 1885 en seis puntos. Antonio Sempere, de la Coral Levantina, ha sido el solista de este año, tal y como hiciera antaño su padre. La primera interpretación es la conocida como la del “Sentanero”, lo que hoy es la cafetería Chapí, junto al Castillo; la segunda en el Mercado Central (plaza que curiosamente lleva el nombre del compositor, Maestro Quislant); la tercera en la calle del Ángel; la cuarta en la calle Elche y, quizás, la más emotiva, la quinta, junto a la Farmacia de la Glorieta. Allí los fieles recuerdan que se produjo el “milagro de Finita”.
Es el más conocido de los favores de la Virgen de Loreto a sus devotos. En una casa ubicada allí vivía la tía de la niña y ésta, que tenía una pierna mal, notó que podía volver a caminar al pasar la Virgen. Era el año 1943 y desde entonces la Mare de Déu porta la ofrenda que le hicieron sus familiares y que es la única de las alhajas que no se cambian cada año: una piernecita de oro. El útlimo motete se interpreta al regreso de la Patrona al Castillo. Allí, ante el repicar de campanas, vuelve al que es su hogar durante todo el año.
Y en los fuegos en la Playa de Levante que clausuraban las fiestas hubo un pequeño incidente al caer una carcasa y desconectar un cable, lo que provocó un corte a la hora de dispararlos.

 

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