Lamberto Ruiz, enfermero y coordinador provisional del Centro de Salud, fue el encargado de realizar la lectura mensual el pasado viernes en la habitual concentración de repulsa a la violencia de género que se celebra en el hall del Ayuntamiento el primer viernes del mes.
Esta vez, la reflexión y la palabra tomaron el relevo a la letra impresa y, realizando una interesante disertación, quiso poner en valor la necesidad de una educación no sexista. “La forma en que entendemos las canciones, aquellas que hablan de los amores que matan… la forma en la que enseñamos cuentos a nuestros hijos, donde las chicas tienen un rol pasivo, a todo esto hay que ponerle fin”.
“¿Por qué la princesa tiene que ser siempre callada y complaciente?”, añadía, “¿Por qué tiene que tener un rol pasivo y aceptar, a la primera, casarse con el príncipe? A lo mejor, la princesa no tendría que estar dormida o encerrada en el castillo, tendría que estar leyendo un libro o estudiando. Quizás tendría que decirle al príncipe: ¿y tu quién eres para proponerme matrimonio? A lo mejor ella no quiere casarse, o no le gusta el príncipe. Éste tipo de rol complaciente y pasivo es a lo que hay que poner fin”.
Miguel Zaragoza quiso dar las gracias a Lamberto y, especialmente, a todos los profesionales del ramo sanitario “porque conocen e insisten en la necesidad de la prevención. Prevenir la violencia no es imposible, sólo hace falta educar en la igualdad. Hay que cambiar el mensaje e incidir especialmente en ese núcleo esencial de la sociedad que es la familia”.
Aseguró el primer edil que la violencia no cae del cielo, “comienza con descalificaciones e insultos, con menosprecios, con una ambiente familiar de tensión. Finalmente, son nuestros hijos los que reproducen los comportamientos aprendidos en casa”. Para Zaragoza es la familia la encargada de poner los sólidos pilares necesarios para que el concepto de la igualdad no se desmorone y desemboque en maltrato.