PREGÓN
 

Julia Barrionuevo relata sus anécdotas y vivencias

 
Jueves 5 de abril de 2012 0 comentarios
 

Yo soy un ama de casa sin estudios, pero me gusta trabajar para que en Santa Pola haya cosas y para recuperar nuestras tradiciones”. Con esta sencillez se define Julia Barrionuevo.
La pregonera de la Semana Santa 2012, además de en la Junta Mayor de Cofradías, ha trabajado y trabaja en la organización de eventos festivos, sociales y culturales. Fue durante más de una década presidenta de la Unió de Festers y sigue presidiendo la comparsa Pescadores. Trabaja activamente en la organización de la Romería del Cap en honor a la Virgen del Rosario. También saca tiempo para ser catequista y para dirigir el grupo de tambores de su cofradía, la de Nuestra Señora de la Esperanza y la Paz, la Santa Mujer Verónica y Jesús Triunfante. También estuvo en el Grupo de Teatro Nuevo Resurgir. “Sé que todo lo que se hace en la vida hay que realizarlo incondicionalmente, a cambio de nada. Hay sensaciones que te llenan tanto que no se pueden explicar”, indicó la pregonera casi al final de su discurso.
Como implicada en la Semana Santa desde sus inicios, en el pregón relató una “selección de las anécdotas, recuerdos y sensaciones vividas a lo largo de todos estos años”.
Como vecina del Calvario, colaboraba en la Cofradía de la Piedad, hasta que una tarde tres señoras, mientras estaban rezando los pasos, le dijeron que un imaginero se había ofrecido a realizar la imagen de Jesús Triunfante. Lo único que se les olvidó el detalle de pedir el presupuesto. Ella consiguió que el escultor le diera la imagen y, poco a poco y con mucho esfuerzo y la ayuda de muchos, se fue pagando.
Entre las anécdotas, contó como el antiguo trono de la Verónica tenía el volante de un coche Seiscientos, con el que giraban la imagen a derecha e izquierda en el momento del Encuentro y al tiempo que se descubría la Santa Faz. El primer año que lo realizaron el público se quedó impactado. También relató cómo, la primera ocasión en que procesionó la Verónica incluso echaron mano de escolares del colegio Virgen de Loreto, algo impensable hoy día. “Después nos dimos cuenta de la barbaridad que hicimos, permitiendo participar a estas jóvenes, cosa que nunca más volvimos a hacer pensando en que estaban en su momento de crecimiento”, señaló. Pero lo hicieron pensando en que el paso pudiera salir a la calle ya que los costaleros de la Dolorosa, por ejemplo, no podían creer que un grupo de mujeres pudiese con ese trono. Julia tampoco se olvidó de los suyos y dijo que “yo tengo muchas razones para dar gracias diariamente por tener un marido maravilloso, una familia fabuloso y muchas personas que me aprecian”.
Otro año, a la Verónica se le cayó la peluca en la mitad de la calle Mayor, yendo hacia la Iglesia. Y, como anécdota más reciente, este mismo año Julia habrá tenido que improvisar un faldón para la Esperanza, ya que el que se guardó el año pasado no ha aparecido.

Pregón completo:

Pregón de la Semana Santa de Santa Pola 2012

Ilustrísimo Señor alcalde de Santa Pola, Sr. Don Miguel Zaragoza, Señor Cura Párroco, Don José Navarro ( de todo corazón muchas gracias por estar aquí). Señor presidente en funciones de la Junta Mayor de Cofradías, Don Ramón Bonmatí, miembros de la Corporación Municipal del Ayuntamiento de Santa Pola, presidentes y presidentas de las Cofradías, costaleros y costaleras, amitos todos, señoras y señores, buenas noches.
Como miembro de la Junta Mayor de Cofradías de la Semana Santa tengo el honor de ser la Pregonera del año dos mil doce. Para una persona como yo, no muy letrada que digamos, recibir este encargo me llena de satisfacción, y me hace sentir una responsabilidad muy grande, porque quisiera realizar bien lo que se me ha encomendado. La verdad, no sé si se lo han pensado bien los que pensaron en mí; tampoco sé si me lo pesé bien en su momento, pero acepté y me atreví a hacerlo, que sea lo que Dios quiera… Y aquí estoy.
Llevo semanas trabajando con el Pregón al que en estos momentos estoy dando lectura, un Pregón en el que no he podido incluir todo aquello que me hubiese gustado contaros. He tenido que hacer una selección de las anécdotas, recuerdos y sensaciones vividas a lo largo de todos estos años.
La Semana Santa es un tiempo que nos invita a vivir la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, para que sintamos con devoción lo que Él tuvo que sufrir para redimirnos de nuestros pecados: sacrificios, desengaños, humillaciones, muerte y resurrección.
Antes vivió la Cuaresma con sus cuarenta días y cuarenta noches, meditando, ayunando, reflexionando y enfrentándose a las tentaciones. La Cuaresma también nos anuncia la llegada de la Pascua y por ello es bueno que abramos nuestros corazones y apoyemos a quien más lo necesita, una actitud que no solo debe prevalecer estos días, sino también el resto del año.
Muchas veces nuestro Párroco, don José, nos dice que siempre hay motivos para dar gracias a Dios. Efectivamente, yo tengo muchas razones para dar gracias diariamente por tener un marido maravilloso, una familia fabulosa y muchas personas que me aprecian. Desde aquí aprovecho esta ocasión que me brinda la Junta Mayor para daros las gracias a todos.
Como sabéis, soy catequista y tengo a mi cargo a niños que van a hacer la Primera Comunión. Esta labor que me gusta realizar participando en la formación cristiana de los pequeños, me llena tanto como participar en la renovación de nuestra fe en el marco de la Semana Santa y que tanto sentido da a nuestra creencia.
Nací en Orihuela, a tan solo trescientos metros del Colegio de Santo Domingo. Con muy pocos años llegué a Santa Pola y me enamoré de las maravillas que Dios hizo en esta bella población, donde habita su madre, nuestra Santísima Virgen de Loreto, dotándola de una luz especial, un mar que nos baña a todos y personas generosas, acogedoras, de gran corazón. Aquí conocí a mi marido, con él me casé y con él formé una familia de seis hijos.
De mi tierra me traje muchas cosas, entre ellas el amor por la Semana Santa. Mi Paso favorito es la Santa Cena y hasta que me impliqué en la Semana Santa de nuestro pueblo, volvía cada año a Orihuela para emocionarme con este Paso, donde se representa la Eucaristía.
Cuando me pongo a pensar en la Semana Santa que yo conocí en Santa Pola, recuerdo con cariño una tarde en el Calvario, rezando los Pasos, tres mujeres me dijeron que habían conocido a un señor que se ofreció muy amablemente a realizar la imagen de Jesús Triunfante. Estas tres señoras olvidaron mencionar un detalle muy importante, como fue el Presupuesto, y de eso me encargué yo de averiguarlo.
Éste fue el primer paso que dio origen a la renovación y ampliación de nuestra Semana Santa que hoy conocemos. Para nuestra Cofradía es un orgullo ver cómo el trabajo de aquel entonces es el resultado de hoy.
Aquellos eran otros tiempos y me traje de Albatera, de un artista de la imaginería, en el furgón de mi sobrino, las imágenes de Jesús Triunfante y de la Verónica.
Al principio, Jesús Triunfante lo sacamos por la noche acompañado de un grupo de mujeres con mantilla negra. Al cabo de un tiempo pensamos que lo mejor era hacerlo por la mañana, para darle al día el esplendor que se merece con la bendición de las palmas y sustituyendo las mantillas negras por las de color blanco.
Actualmente salimos diez mujeres con mantilla blanca, aunque fuimos más de una veintena las que llegamos a participar en su momento. Desde aquí un recuerdo muy emocionado para aquellas mujeres que hoy ya no están con nosotros y que engrandecieron con su participación nuestro Domingo de Ramos.
La Cofradía de la Santa Mujer Verónica, a la que pertenezco desde 1986, salió a la calle por primera vez con el Trono de la Piedad. Más tarde, el Cabildo de la Cofradía de Pescadores nos autorizó para sacar la Verónica en el Trono de la Virgen del Carmen.
En 1988, Gaspar Pomares nos acondicionó, de una plataforma mora, un pequeño Trono en propiedad, para poder participar en la procesión.
Este mini Trono incluía en su mecanismo un volante de un coche Seiscientos, para maniobrar y girar a ambos lados. Gracias a este mecanismo podíamos girar la imagen a derecha e izquierda, al mismo tiempo que abría los brazos para descubrir la Santa Faz que bellamente aparece en el Paño que nuestra Santa Mujer lleva en sus manos durante el encuentro con el Nazareno.
Cuando decidimos cambiar el Trono de la Santa Mujer Verónica, fue increíble, hubo apuestas, porque los costaleros de la Dolorosa no podían creer que ese grupo de mujeres pudiesen con ese trono. Y sí que lo hicieron, las valientes mujeres lo consiguieron, sacaron a la calle a la Santa Mujer Verónica con un gran esfuerzo. El grupo de costaleras estaba formado por mujeres de todas las edades, entre ellas, escolares del Colegio Virgen de Loreto.
Después nos dimos cuenta de la barbaridad que cometimos, permitiendo participar a estas jóvenes, cosa que nunca más volvimos a hacer pensando en que estaban en su momento de crecimiento. En total 80 mujeres realizamos una procesión preciosa. Recuerdo cómo don Antonio Pamies, el párroco de aquel momento, me dijo: “Julia, eres un demonio, pero ¿qué no conseguirás tú?
¡Cómo podría expresar en palabras lo que sentí cuando ese grupo de mujeres, mis niñas, fue capaz de realizar algo tan grandioso!
Durante cinco años fui capataz del Trono de la Santa Mujer Verónica y ése es un gran recuerdo que llevo en mi corazón. Gracias a un amigo de Huercal Overa, Juan Herrera, director del Instituto de Los Montesinos y capataz de Nuestro Padre Jesús Nazareno de aquella población almeriense, vecino de Santa Pola, aprendí todo lo necesario para salir a la calle y dirigir a mis costaleras.
Mi memoria se desborda en recuerdos y anécdotas, como la ocurrida un año a la Santa Mujer Verónica al caerle la peluca en mitad de la calle Mayor, yendo hacia la Iglesia. O el hecho de poner la imagen al revés en su pequeño Trono, y las mujeres de mantilla que tenían que llevarlo no podían manejarlo y tuvimos que recurrir a los capuchinos para que ayudaran.
Entre mis más entrañables recuerdos me viene a la cabeza que a principios de los años 80 me incorporé como mantilla en la Cofradía de la Piedad, participando también una de mis hijas como nazareno.
Un año, subiendo al Calvario, todas juntas puestas de teja y mantilla, llevábamos un clavel rojo en el pecho, símbolo de la Pasión de Nuestro Señor. Hubo una señora que muy amablemente nos dijo: “¡Ui, pariesen un ganao de cabres!”. Aquel comentario lo recuerdo, no como algo ofensivo, sino como expresión de extrañeza ante los cambios que empezaba a innovar nuestra celebración.
Debemos sentirnos orgullosos de nuestra Semana Santa, gracias a los Moros y Cristianos y a otras personas que colaboraron y decidieron organizar un poquito esta Semana de Pasión, porque fueron los que empezaron esta andadura, distribuyéndose las imágenes que ya teníamos en la Iglesia. Se componían de: el Cristo Yacente, la Santa Cruz del Sudario y el Cristo de la Agonía. Y la Piedad, que estaba en su ermita.
Entre estos recuerdos no quiero pasar por alto el abandono de la Santa Cruz del Sudario, pues estaba totalmente olvidada, nunca mejor dicho: nadie quería cargar con la cruz. Como solución para sacar el Paso a la calle, entre todos se decidió que dos penitentes de cada Cofradía, vestidos con su indumentaria, salieran acompañando al Sagrado Madero, aunque ésta fue una solución temporal. Aquello parecía más un “jardín”, por la multitud de colores, que una procesión. Entre los cambios y el crecimiento de la Semana Santa, la Santa Cruz del Sudario se vio otra vez en peligro de abandono.
La Cofradía de Jesús Triunfante y Santa Mujer Verónica, mi Cofradía, se hizo cargo de este Símbolo de la Cristiandad, que tan importante es para todos los cristianos. Entonces, Teresita Juan, la Planchadora, nos dejó una preciosa mantilla, a modo de sudario, como solución para sacar el Paso a la calle.
Las cosas se pusieron más difíciles para mi Cofradía, se creó la imagen de María de la Esperanza y la Paz, obra del imaginero Valentín García Quinto, que vino a completar la Cofradía junto con Jesús Triunfante y la Verónica.
Con la puesta en marcha de este proyecto fue imposible continuar con la Santa Cruz del Sudario. Al cabo de un tiempo, un grupo de jóvenes se hizo cargo de ella y este grupo apostó por un proyecto mayor, creando a Jesús Cautivo a quien hoy conocemos como Cristo de Medinaceli.
A pesar de todo, la Santa Cruz del Sudario hoy participa de la mano de una nueva Junta como una más, cargada de historia y de anécdotas que marcaron un antes y un después en nuestra Semana Santa.
Me siento orgullosa de haber participado en el crecimiento y la evolución de la Semana Santa. Atrás quedan momentos como el que vivíamos los Míercoles Santo, cuando primero salía el Vía Crucis con la Cruz del Mar, y a continuación, sobre la media noche, la Procesión del Encuentro de la Verónica y el Nazareno. Don Antonio Pamies, el Párroco que nos acompañaba, cuando acababa el Vía Crucis, se incorporaba a la Procesión del Encuentro, ya os podéis imaginar, acabábamos casi solos en la calle, sin público. Con el tiempo mejoró todo esto y hoy tenemos un gran Encuetro el Martes Santo, en la Glorieta, delante del Castillo.
Quiero agradecer en este Pregón a los hombres y mujeres que siempre han estado ahí, colaborando conmigo, como por ejemplo: Rafaela la “Piana”, por estar pendiente de la Verónica durante muchos años para que saliera guapa y bien peinada a la calle. También a mi cuñada Antonia Sastre por su gran colaboración en los primeros momentos. A Manola Leonís, por se el Ángel Custodio que durante tantos años vistió nuestras imágenes y año tras año ha cuidado de nuestros tronos. Y a Fina la modista y bordadora por los preciosos trabajos que hace para la Cofradía.
También quiero tener un recuerdo muy especial a quienes en su día estuvieron y sé que siguen estando ahí cuidando de todos nosotros, como fueron Germán Agulló, que durante muchos años colocó el Palio a al Virgen de la Esperanza desde su balcón, Paco Florián por los años que estuvo pendiente de los arreglos del Trono y Josefina la “Escorrima” por todo lo que aprendí de ella, a la que siempre tendré en mis recuerdos, especialmente en estas fechas. Y aquellas otras tantas personas que nos apoyaron en su momento.
No quiero olvidarme de mi pequeña Banda de Tambores, mis niños, un beso para todos vosotros. Gracias, Dios mío, por todo lo que me has dado en esta vida. Desde aquí le dedico un cariñoso recuerdo a mi madre, que estará junto a ti.
Además de todos estos agradecimientos que son necesarios, no quiero olvidarme del Cristo de la Flagelación, que con tanto amor y devoción ha hecho su Cofradía, porque gracias a todos ellos hoy estamos aquí, también quiero expresar mi tristeza el ver cómo se pierden algunos de nuestros valores culturales, por falta de humildad y entendimiento entre las personas.
Os digo estas palabras porque los santapoleros echamos de menos ese Lunes Glorioso que surgió de la buena voluntad y que tanto nos satisfacía y llenaba espiritualmente. Es necesario que reflexionemos sobre él, porque es el puente que nos falta para unir el Domingo de Ramos con el resto de la Semana.
Sé que todo lo que se hace en la vida hay que realizarlo incondicionalmente a cambio de nada. Hay sensaciones que te llenan tanto que no se pueden explicar.
Nos ha costado mucho conseguir lo que tenemos, cuidémoslo y luchemos para conservarlo. Ya sé que nos falta mucho por aprender, pero todo llegará. Lo único que no hay que perder es la fe y la esperanza en Dios.
Tenemos el deber de estar agradecidos a la mayoría del pueblo, por su aportación de forma altruista, y especialmente al esfuerzo que cada año hacen los costaleros y costaleras. Gracias de todo corazón.
Vivamos la Cuaresma y la Semana Santa con devoción. Centremos nuestras acciones en ayudar a los demás y nuestros recuerdos en la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor.
El lenguaje de Dios no son las matemáticas, su voz es la música, su humildad es silencio… Dios es voz, música, humildad… Dios es todo. No soy persona de muchas letras, ni creo ser perfecta, pero algo bueno debo tener. Me gusta la música, porque la siento muy profundamente y me apacigua el silencio. A pesar de no entender la vida en ciertos momentos, sin mi Dios, sin Él, no sé vivir.
Para terminar, quiero agradecer todas las muestras de apoyo y cariño que durante estos días he recibido de todos vosotros. Gracias de corazón.
Y ahora os invito a que todos pongamos el hombro debajo del varal de un mismo Trono y que al primer toque de campana permanezcamos en guardia para cargar con él. Santapoleros y santapoleras, toquemos el cielo en recuerdo de todos y pisemos la tierra para recorrer la senda que Dios nos da para caminar.
Que el amor de Dios nos colme de bienes en esta Semana Santa.
Muchas gracias a todos. Buenas noches.

Julia Barrionuevo Parrón
Pregonera de la Semana Santa de Santa Pola 2012

 

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