CRUZ ROJA
 

“Es hora de que se sepa que en Cruz Roja había algo más que el transporte sanitario”

 
Viernes 31 de julio de 2020 0 comentarios
 

Cuando escuchamos hablar de Cruz Roja, en el imaginario colectivo se dibuja la imagen de una ambulancia recorriendo veloz la distancia que separa su base de algún accidente. También nos hace pensar en nuestras vacaciones estivales, en las que un socorrista nos curó una picadura de medusa que no vimos venir mientras disfrutábamos de una jornada de baño y juegos. Chalecos, camillas, puestos de socorro; un sinfín de símbolos. Sin embargo, Cruz Roja lleva más de treinta años en Santa Pola detrás de muchas iniciativas que se desconocen, pero que refuerzan al municipio y hacen que sea un lugar mejor para todos.

El papel del voluntario

A su vez, detrás de todas estas iniciativas hay manos. Muchas manos. Decenas de voluntarios que invierten su tiempo y esfuerzo en ayudar a los demás. Nombres y rostros desconocidos, profesionales y no profesionales. Pero el voluntariado, a pesar de ser lo que la mayoría pensamos, no es simplemente dar y nunca recibir. No se recibe una remuneración económica, sino una recompensa anímica. Voluntarios y solicitantes de ayuda se retroalimentan, ambos se sienten mejor colaborando de forma mutua. Maile Gutiérrez lo sabe bien, como técnico de Voluntariado de Cruz Roja Santa Pola, es la primera en recibir a los futuros voluntarios y, según su perfil e intereses, decidir con ellos qué actividades serán las que lleven a cabo. Y nunca deja a nadie sin la oportunidad de aportar su granito de arena, ya que “si no hay actividad en ese momento, hacemos llamadas de seguimiento siguiendo la lista de interesados en actividades concretas”.

La formación del voluntariado es en su mayoría gratuita, y aquella que es más específica y requiere de algún coste, es más económica para ellos que para las personas externas. Pueden participar personas a partir de los 16 años, entrando en este caso en Cruz Roja Juventud, dedicada a las escuelas de verano, ser monitores de ocio y tiempo libre o la iniciativa de promoción del éxito escolar, en la que se ofrecen clases de apoyo a los estudios. A partir de los 18, el voluntario puede incorporarse en cualquier proyecto. Gutiérrez comenta que, debido a la crisis sanitaria, “han llegado muchos voluntarios, tantos que hemos tenido que redistribuir a los que ya había para poder incorporar a los nuevos. Hemos intentado adaptar nuestra realidad a la nueva, haciendo más turnos con menos horas para intentar darle actividad a todo el mundo respetando las medidas de seguridad y protocolos sanitarios”. A fecha de hoy, tienen tantas solicitudes de voluntariado como las de todo el año pasado. Maile opina que “la solidaridad se ha incrementado en la pandemia porque la gente se ha dado cuenta de que le queda mucho tiempo disponible para hacer una acción de voluntariado. Cuando paras, piensas que puedes ocupar tu tiempo en ayudar a los demás. Y el hecho de que esto pueda pasarle a cualquiera, también influye”. Ayudar y ser ayudado, ser útil en un mundo que; si ya era incierto, gracias a los últimos acontecimientos se tornó despiadado.

Cruz Roja es una de las organizaciones que ha vivido la crisis sanitaria como una prueba de fuego a su compromiso y conciencia, porque ha permanecido abierta durante todo el confinamiento llevando a cabo diversas actividades. Una de ellas, la más valorada, ha sido el reparto de alimentos a todas aquellas personas que se han visto afectadas por ERTEs o despidos, cuyos ingresos se han reducido al mínimo y, de un día para otro, se han visto con poco o nada que comer. Esta, aunque es una iniciativa que Cruz Roja realiza de manera periódica, ha tenido un ritmo frenético durante la pandemia. Provenientes de la FESBAL, los alimentos suelen llegar en febrero, y en condiciones normales durar hasta junio. Y este año llegó hasta abril. Lejos de quedarse de brazos cruzados, la organización inició en colaboración con los supermercados Carrefour la campaña #KilosDeSolidaridad, en la que los clientes podían donar alimentos que compraban directamente en el establecimiento. Fue todo un éxito, ya que en dos días ya se habían recaudado dos mil kilos y pudieron cubrir casi tres semanas de reparto. A su vez, colaboraron con los deportistas Rafa Nadal y Pau Gasol en el proyecto “Responde”, con el mismo fin y que también gozó de una gran popularidad. En tiempos de máxima necesidad, los voluntarios supieron organizarse y volcarse más todavía con la causa, contando a su vez con mucha ayuda de los habitantes del pueblo. En palabras de los voluntarios “la gente ha visto a la Cruz Roja como una entidad de confianza, la solidaridad se ha apoderado de ellos y han comenzado a comprender todo lo que tenemos para ofrecer al municipio”.

La conciencia social por bandera

Decía Terencio que nada de lo humano le era ajeno, y el estar por sus semejantes y preocuparse de todo lo que les afecta va implícito en el espíritu de Cruz Roja. Hay 27 asambleas en toda la provincia, y en cada una hay un trabajador o una trabajadora social que se encarga de la parte más cercana y más humana, muchas veces la más problemática: la intervención en todas aquellas barreras que el mundo impone para los colectivos vulnerables. María Adaya es la trabajadora social de Cruz Roja Santa Pola, y coordina todas las iniciativas destinadas a las personas mayores, con discapacidad, sin hogar, mujeres en situación de riesgo, etc. En la villa pesquera se atienden mayoritariamente a las familias sin recursos económicos, personas mayores, mujeres e infancia; especializándose en las personas con discapacidad.
Cruz Roja realiza infinidad de proyectos para su área de intervención social, divididos en diferentes ámbitos. Por ejemplo, en su parte de atención a familias ofertan ayudas que pueden ser económicas o comestibles, a través del Banco de Alimentos. Pero no solo cubren las necesidades físicas más básicas, sino también las psicológicas; los voluntarios intentan que las familias que solicitan su ayuda participen en los talleres, que contribuyen en su bienestar y desarrollo personal. También realizan talleres de empoderamiento para mujeres que hayan sufrido violencia de género o no, que les ayuda a incrementar su autoestima a través del apoyo mutuo. Una iniciativa muy interesante que llevan a cabo es la planteada mediante la colaboración con la empresa Naturgy, que según comenta Adaya, “son talleres de ahorro energético, con charlas informativas en las que ofrecemos estrategias y técnicas para que las familias que tienen apuros económicos sepan qué tarifas contratar, qué potencias, todo ello. También saber interpretar una factura de la luz o a qué bonos sociales pueden acceder”. Y siempre pensando en los núcleos familiares que han sido golpeados por las circunstancias, llevan a cabo talleres de gestión de las emociones para reactivarse socialmente, volver a ser partícipes en la comunidad; así como una escuela de familias en la que en un futuro esperan trabajar con padres y madres para mejorar sus habilidades educativas, la comunicación y la convivencia.

En el municipio el clima suele acompañar, y para respirar aire puro e incrementar la energía en personas mayores, Cruz Roja tiene actividades de deporte que se realizan en el parque de El Palmeral. “Dos voluntarios imparten body-balance, hay grupos de marcha nórdica y aqua-gym, algo que siempre ha tenido mucho éxito. Este año, por directrices de la organización a nivel nacional, se han cancelado las actividades que impliquen a personas de más de 55 años, por ser grupo de riesgo”, explica la trabajadora social. Sin embargo, los voluntarios en su afán de compromiso y de no dejar a nadie atrás, se las han ingeniado para adaptar todas estas actividades que hacían las delicias de los mayores a la “nueva normalidad”. “La alternativa ha sido hacer tutoriales con vídeo de los ejercicios que se han enviado por Whatsapp, para que nuestros alumnos pudieran hacer aqua-gym en su sitio de la playa o en su parcela”, comenta Adaya. Tienen la mirada puesta en el futuro, para que en septiembre puedan reiniciarse estas actividades “reduciendo los grupos y estableciendo una distancia de cinco metros cuadrados por individuo”. Por lo que respecta a los acompañamientos que realizaban los voluntarios en las casas a personas mayores para combatir la soledad y el aislamiento (incrementado enormemente por el confinamiento), la organización ha establecido llamadas telefónicas con los interesados. Y a su vez, han realizado una actividad que se conocía poco pero ha resultado increíblemente efectiva para paliar las necesidades de los mayores. Grupos de voluntarios realizaron gestiones a este colectivo debido a que no podían salir a la calle aunque no estuviesen enfermos, tales como compras, recogida de medicamentos o tirar la basura que se generaba en sus casas. No era una necesidad económica, sino más bien del día a día, pero que no hubiera podido solventarse sin ellos. Sin todas esas manos que día a día hacen del municipio un lugar mejor.

Lo que queda por hacer

El decreto-ley valenciano que dejó a Cruz Roja sin la posibilidad de sacar su ambulancia a cubrir emergencias descuadró la imagen que el resto de la sociedad tenía de la organización. Concluidas las emergencias, todos nos preguntábamos “¿y ahora, qué? ¿Para qué sirve ahora Cruz Roja? ¿Cuál es su fin?”.
Desgraciadamente, son preguntas que se siguen haciendo muchas personas día tras día, pese a que la respuesta es muy fácil. El fin de Cruz Roja, como su comienzo y su continuación, son las personas. Se nutre de personas y ayuda a las personas. Así lo cuenta Mª José Monllor, presidenta de Cruz Roja Santa Pola: “Queremos que la gente de Santa Pola venga, nos pregunte y sepa qué estamos haciendo. Que sepan que estamos aquí para ayudarles en lo que haga falta. Cruz Roja no son solo las ambulancias o el socorrismo; también tenemos a profesionales en alta mar rescatando a personas que han sufrido accidentes, psicólogas que atienden a mujeres que han sufrido violencia de género o trabajadores sociales que ayudan a las familias a vivir mejor. También voluntarios, que ponen todo su corazón en hacer que todo sea más fácil para los demás, de modo totalmente altruista”. Para el objetivo de contribuir a una mejor vida para el pueblo, apela a las instituciones, porque “necesitamos más apoyo y atención a todos los niveles. Queremos que el Ayuntamiento, las Consellerias…todos sepan que estamos aquí y que les necesitamos como tal para reforzar al pueblo, unirnos para lograr algo grande”. Y añade: “sería una retroalimentación absoluta; poniendo a nuestros profesionales junto a los suyos, contribuir a la mejora de Santa Pola, que tiene un potencial increíble”.

Monllor lamenta que la legislación haya impedido a Cruz Roja sacar a sus ambulancias, porque tienen todo el material y dispositivos necesarios para atender emergencias, y muchas veces están más cerca del incidente que nadie y podrían ayudar de manera más efectiva. “Espero que la gente comprenda que no salimos porque no podemos, no porque no queramos”, cuenta. Aun así, deshacerse de la concepción de la Cruz Roja como un simple puesto de socorro es a lo que aspiran, y puede que ahora tengan esa oportunidad. En la infinidad de servicios y actividades que llevan a cabo tienen hueco para cualquier persona, de cualquiera de los colectivos vulnerables. Y la readaptación de todas las iniciativas a la crisis del covid-19 solo es una muestra más de que quieren seguir realizándolas, quieren continuar estando por los habitantes de Santa Pola vengan las pandemias que vengan. “Estamos en contacto permanente con todo el mundo. Colaboramos con supermercados como Carrefour e Hiperber, que nos donó casi tres palés de alimentos. Nos coordinamos a la perfección con organizaciones como Servicios Sociales o Cáritas, que también hacen una labor encomiable. Estuvimos abiertos durante el confinamiento, las 24 horas, e intentamos no dejar a nadie atrás”, explica la directora. A su vez, recalca la importancia de los voluntarios, ya que “Cruz Roja se mueve por ellos, que invierten las horas que tienen libres en venir y hacer algo por los demás. Sea mucho, sea poco, es ayuda constante y necesaria”.

Cruz Roja quiere que los habitantes de Santa Pola vayan, se hagan voluntarios, se unan a los talleres. Que sepan todo lo que la organización tiene para ofrecerles a todos los niveles, y que sean partícipes de esa retroalimentación y apoyo mutuo. El empuje de solidaridad que ha ocasionado esta crisis se ha notado, y es momento de utilizar todas esas enseñanzas que el confinamiento ha otorgado para comenzar a llevar a la práctica el “vamos a salir de esta, pero todos juntos”. Como Juan, como Maile, como María, como Mª José, o como todos los voluntarios que forman parte de la organización. Hay mucho que ofrecer por su parte y también por la de los habitantes, y todo el equipo espera que se les conozca (en jornadas de puertas abiertas si es posible) y poder sacar adelante todos los proyectos. Así lo esperan todos, en especial Monllor: “Nos necesitamos todos en situaciones que hemos pasado, pasamos y podemos volver a pasar. Y para cualquier problema tenemos un proyecto que quiere contribuir a la solución. Es hora de que la gente sepa que en Cruz Roja había algo más que el transporte sanitario”.

 

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