El presente, pasado y futuro de las fiestas a través de las vivencias

 
Viernes 1ro de septiembre de 2017 0 comentarios
 

Herminia Buades, pregonera 2017, afirmó tener “terminado y hecho” el pregón a mitad del mes de agosto, “porque más vale prevenir que curar y, después de siete redactados, ya he hecho suficientes cambios. La gente que tengo alrededor me ha dicho que ni lo toque”.
Su pregón, que ella define como tradicional, “sin fotos, sin música… sólo en valenciano por discriminación positiva. Será el segundo después de casi 50 años de pregón. Y, más que todo, porque quiero hacer un homenaje a mis padres, a mis abuelos y a quienes han transmitido la cultura de mi pueblo. Es la lengua de la calle, la que he hablado con mis amigos. También porque, en el colegio, mis clases han sido en valenciano durante los últimos veinte años largos”.
Sobran los motivos para, entre otras cosas, “decir que hablar en la lengua de uno no es extraño, ni original”. Sin embargo, es consciente de que habrá determinado sector del público que algo dirá, “pero si van a oír, puede que no entiendan algo, pero el que vaya a escuchar, lo entenderá todo. Es una lengua latina, es muy, muy parecida y, con interés, siempre hay comunicación”.

Ayer, hoy, mañana
Hay presente, pasado y futuro en su pregón, sin comenzar por el orden clásico, “voy saltando del pasado más actual al más antiguo, de ahí al presente inmediato y sucesivamente”. Entiende el pregón como un relato “en el que uno expresa sus ideas. No es el típico, en el que sale al balcón y en dos frases está hecho. Aquí es uno de los actos más solemnes que, por la razón que sea, ha quedado así. El pregonero/a habla de las fiestas, de la Virgen, de su pueblo. Todo muy en general, al menos en mi caso, pues no me centro en lo particular”.
Herminia busca reflejar sus sensaciones, “a través de pinceladas de diferentes momentos, algunos de la infancia, cómo se va creciendo y adaptándote a la evolución de los días”. Es de la convicción de que fiestas y pueblo han crecido de forma paralela, “pues unas fiestas de los años 50 al 68 eran muy del día 6, 7 y 8. Con vacas y bailes. En verano había una miss verano, después una miss Santa Pola. Los fuegos de aquel entonces nos parecían maravillosos…”.
Todo lo que conocemos hoy en día se ha “ido cambiando, perfilando, modificando poco a poco. Son novedades importantes. Por ejemplo, Tomás Valcárcel, cuando vino alrededor del 68, dio ideas sobre los trajes de la reina y fue quien inició la elección. Fue invento suyo, como en todos los pueblos de la Vega Baja y sur de Alicante. A nosotros nos puso un pañuelo y a Alicante, una mantilla”.
Por increíble que parezca a muchos, la Ofrenda Floral es algo nuevo, de finales de los sesenta. “Cuando era pequeña, se tiraban palmeras de fuegos artificiales desde las terrazas. Ahora sería impensable”. El Día 6 era un desfile de carrozas, “estilo Murcia, pero en pequeñito, que pagaban las empresas y Ayuntamiento”. Los Moros y Cristianos vinieron a raíz de un grupo de personas que arrancaron así durante un Día 6. “Pero todo esto ha sido contado en muchos pregones, y yo no soy cronista. Hablo de décadas, de cambios”.
Considera que a partir del 68-69, la estructura de la fiesta se transformó de forma drástica, “y hasta hoy ha ido evolucionando”. Además, es de la opinión de que “los pueblos de interior tienden a mantener de forma más férrea sus usos y costumbres, entre ellos las fiestas. Aquí tenemos muchas más influencias de todos los sitios, “de miles de veraneantes, de turistas y, cómo no, las nuevas tecnologías que hacen lo suyo”.
Aquí también “ha habido altibajos. El Día 6 decayó y ahora ha remontado. Fue espléndido al principio, porque no existía nada de color. Los Moros y Cristianos han dependido mucho del flujo económico”. Para Herminia, “quien quiere fiesta tiene que dedicarle tiempo y dinero”. Si le sumamos que a principios del mes de septiembre se está en plena temporada estival, “se resta implicación. También que muchos santapoleros aprovechan para irse de viaje con los niños, porque aún no han empezado el cole”.
La crisis ha dejado su huella, “ya que nos hemos resentido en todos los ámbitos” y también su influencia. En el caso de Buades, “considero que ha llegado el momento de que me sustituya la gente joven en Llaganyosos. Entre mis mejores amistades están las de mi filà, la Yaiza. Ha sido una comparsa a la que quiero mucho, porque la fiesta une muchísimo y estrecha muchos lazos”. Recomendaría, a todo el mundo, que se apunten a una comparsa “porque experimentarán las fiestas desde otras perspectiva. De hecho, es la auténtica experiencia”.
“A veces, hasta me he emocionando desfilando y, cuando no he salido, y veo a la filà, me emociono. Porque siento que estoy allí”. Por consiguiente, las fiestas es una cuestión de emoción y de recuerdos, “porque digamos que lo positivo se afianza más. Lo negativo, a lo largo de la vida, se diluye con el tiempo. Pero siempre se recuerda al primer novio –y único en mi caso- durante la fiesta”.

 
 

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